EL FUTURO EN LA LEGALIZACIÓN DE LAS DROGAS

El debate en torno a esta cuestión parte del modelo actual prohibicionista (que solo permite la tenencia de sustancias psicotrópicas para la Investigación), que regula esta materia en nuestra sociedad. Antes de continuar, cabe destacar que de las personas que conforman la mesa redonda, ninguna se proclama de acuerdo con el enfoque vigente actualmente en España, pues (según palabras de los conferenciantes) los datos y la evidencia empírica muestran que los programas y políticas aplicadas han sido un fracaso.
Este enfoque prohibicionista, represivo y criminalizador de las actuales políticas y leyes en materia de drogas, solo logra clandestinizar aún más las prácticas de consumo volviéndolas más riesgosas para los usuarios y su entorno, alejándolos de los sistemas de ayuda sociales y personales en caso de requerirlo, por otra parte niega la existencia y desarrollo de enfoques alternativos, probadamente más exitosos, como las estrategias de reducción de riesgos y daños para el uso de sustancias, y además termina criminalizando y reprimiendo principalmente a los usuarios de sustancias.
Entre las consecuencias directas de legalizar las drogas encontraríamos:
- Poner fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico, al traer a la superficie el mercado negro existente.
- Legalizar las drogas haría que la fabricación de dichas sustancias se encuentre dentro del alcance de las regulaciones propias de un mercado legal, debiendo ser su fabricación sometida a inspecciones etc.
- Los grandes narcotraficantes son los que más se benefician con la actual prohibición, la legalización podría acabar, por lo tanto, con un foco importante de corrupción.
- Además, con la legalización se descongestionaría las cárceles, las cuales hoy en día se ven inundadas por gente cuyo único crimen fue el consumo de substancias que están prohibidas por la ley.
- La legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas, tal y como lo ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco. El proceso de aprendizaje social es sumamente valioso para poder disminuir e internalizar los efectos negativos que se derivan del consumo y abuso de ciertas sustancias. Sin embargo, políticas como las de la prohibición, al convertir a los consumidores en criminales, desincentivan la aparición de comportamientos y actitudes sociales necesarios para poder lidiar con los problemas de la adicción y el consumo tempranero de dichas sustancias.

En este sentido cabe matizar que no se trataría de pasar del “control al descontrol más absoluto”, es decir, no cabe sustituir las actuales prohibiciones por una legalización mundial. Cada país debería decidir acerca de la regulación en este sentido. Simplemente se debería abogar por entrar en un terreno común basado en propuestas básicas, prácticas y constructivas.
Cabría preguntarse, ¿cómo hacemos que la sociedad progreses hacia una mayor situación de autocontrol? Cómo podría intervenir la Ley y la Educación en este sentido.
Estableciendo un análisis global podrían distinguirse tres modelos o enfoques: 1) el actual modelo prohibicionista 2) una vía intermedia que procure minimizar los daños (posiblemente de transición) y 3) despenalización.
A pesar de que el final de las políticas prohibicionistas no supone una solución definitiva, existen numerosos indicios para pensar que la transición hacia un modelo más liberalista en este sentido, podría reportar mejoras, sin perder de vista dos conceptos clave en este sentido: la información y la educación.